Entrada en crisis. (Director's cut)

Por lo que sé, llega un día en que las crisis, como todo lo demás, se acaban. Así que cuidadlas mientras os podéis permitir tenerlas.
Con 480 años y casi otras tantas crisis a cuestas -y sin querer ser más optimista de lo que es prudente y espero que no queriendo consolarme por no quedar como tonto ante mí mismo-, os diré que para mí una crisis consiste en intuir posibilidades de cambios a mejor. Y esto lo digo porque si lo que se ven venir son cambios a peor se teme abiertamente y nada más; el temor es una inquietud "limpia", diríamos. El desasosiego, esa mezcla repugnante de temor y deseo que tanto nos pone, aparece cuando no se ve claramente cómo acceder a esas oportunidades. Cuando no se encuentra el valor para aprovecharlas se es cobarde y ya está. Bueno, y ya está, tampoco; sería demasiado fácil. Porque no es habitual asumir la cobardía con total aceptación, no se deja intuir la capacidad para vencer los miedos aunque no se sepa cómo. Total, que casi ningún cagón se libra tampoco de las crisis; sólo aquellos que tienen muy asumido lo que son y quienes son... Y para eso, hay que sufrir muchas crisis.
Por otra parte o por la misma, si sois dados a las fijaciones; si algo define una crisis personal es que, vista desde fuera, tampoco tiene tanto sentido como uno le da: O sea, que es algo personal de verdad; con lo que, visto así, uno es más uno mismo cuantas más crisis personales atraviese.

Y dicho esto, si puedes, presume de crisis aquí y ahora.

Levántate y di:
¡Soy más yo de lo que ningún otro podría llegar a serlo!

O bien:
¡He tenido el valor de pasar tantas crisis que por fin reconozco que soy un cobarde y no atenderé a la más mínima oportunidad de vivir!

Porque, como dicen los creyentes sin vergüenza, si lo sabe Dios, ¿qué más da que lo sepa el mundo?



Dr. Coco