sábado, 15 de enero de 2011
CORRECCIÓN POLÍTICA
Esta mañana me he levantado preguntándome hasta cuándo se permitirá llamarle a alguien imbécil, hasta cuándo no será visto como un acto discriminatorio aunque el imbécil en cuestión lo sea manifiéstamente.
La respuesta ha resonado en el hueco de mi calavera como la moneda en la caja vacía de una máquina de tabaco:
Hasta que los imbéciles, además de reconocerse como tales, se sientan orgullosos de serlo y funden su propia asociación.
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