Desnivel*

La señora P me devolvió el ojo en cuanto se lo eché encima, quería que viese pronto que ella estaba por encima de la media. Como un palmo sobre la derecha y a palmo y medio de la izquierda.
Después de diez minutos de paseo, la distancia a la que se desplazaba sobre sus medias se había doblado. Mirándola cada vez más arriba, el crujir de mi pescuezo anunciaba a los cuatro vientos y al té de las cinco que lo nuestro no llegaría ni a las seis de la tarde.
Sin llevar un cuarto de hora juntos, la señora P levitaba ya escandalosamente a más de un metro de sus medias y yo, allí abajo, parecía un chihuahua paseado. Con nuestros niveles manifiestamente incompatibles, P aceleró en una ascensión contrameteórica desembarazándose definitivamente del lastre de sus medias. Allá se fue, tejados arriba, por los cielos.
Recogiendo sus prendas íntimas, me pregunté si no sería aquello una señal.
Con valor, tal vez tuviese un futuro como atracador de bancos suizos de las Islas Caimán, con ese par de medias para enmascararme podía permitirme por fin hasta el lujo de que me brotara una segunda cabeza.
Pero no lo tenía, sobra decirlo. Yo caminaba por debajo de la altura de mis calcetines; calcetines que, por cierto, llevaba puestos en las orejas.

Come Fly With Me


* (Confesión hecha en "El Blog de Estrella" (Chiqui), de donde acabo de afanármela a mí mismo.
Lamentablemente, el saqueo ha sido motivado única y exclusivamente por pereza; no se busquen otros motivos no sea que se encuentren.
Todo pecados, pido disculpas a Chiqui y a mí mismo. A los parroquianos saltarines que repitiesen lectura, no. Eso sería imperdonable).